La supuesta falta de tiempo y de dinero son las principales objeciones a la hora de comenzar un negocio, dentro o fuera de internet. La experiencia de más de veinte años en el mercado, sin embargo, me enseñó que más que objeciones se trata de cómodas excusas. Que, además, son aceptadas socialmente, son muy convenientes porque casi nadie las discute.
La verdad es que, más allá de las circunstancias que vive cada persona, de sus limitaciones y de sus creencias, el tiempo deja de ser un obstáculo cuando te organizas, priorizas y aprendes a tomar las decisiones correctas. Así de sencillo, porque todos los seres humanos contamos con el mismo tiempo: 24 horas, 1.400 minutos y 86.408 segundos cada uno de los 365 días del año.
Organizarte significa saber qué quieres, trazar objetivos claros y diseñar el plan de acción y la estrategia que te permitan alcanzarlos. Priorizar significa decantar, lo que supone también postergar o eliminar algo que deseas, pero que no es urgente en ese momento. Decidir significa tomar riesgos y asumir responsabilidades, a sabiendas de que puedes equivocarte.
Todas las tareas anteriores incorporan algo que muchos no están dispuestos a brindar: dejar atrás tus miedos, borrar tus creencias limitantes y, en especial, tomar acción. Nada de lo que deseas llegará a tu vida si no haces lo necesario para conseguirlo. Por supuesto, también es imprescindible desarrollar algunas habilidades y, lo más importante, una mentalidad de éxito.
A mi juicio, la objeción del tiempo se evapora cuando tomas la decisión de luchar por aquello que deseas en tu vida. Como mencioné antes, implica soltar, dejar atrás viejos hábitos que nada te aportan y adoptar otros, estos sí productivos. Por ejemplo, haz ejercicio en vez de ver series de Netflix; lee, en vez de dormir la siesta (o hasta tarde) o aprende en vez de ir al cine.
Conseguir de la vida lo que deseas a veces es sacrificar algo de aquello a lo que estamos acostumbrados, que nos resulta cómodo. En otras palabras, debes salir de tu zona de confort y comenzar a transitar un camino que te presentará obstáculos, te obligará a enfrentar dificultades y que, eventualmente, te resultará duro, con sinsabores. ¡Así es la vida real!
Por allá en 1998, cuando tomé la decisión de venir a los Estados Unidos a buscar información acerca de internet, esa enigmática tecnología que me atraía y de la que en Colombia casi nadie sabía, dejé atrás una vida entera. Sí, mis padres, mi familia, mis amigos, mi novia y todo aquello que tenía se quedaron en Bogotá mientras emprendía una aventura incierta.
Pagué un alto precio con soledad, enfrentándome a un ambiente desconocido en un país que suele ser hostil para el inmigrante latino. Por supuesto, tampoco tenía dinero para invertir y solo contaba con todo mi tiempo y unas ganas inmensas. ¿Conocimiento? Prácticamente ninguno relacionado con internet y, mucho menos, con el marketing digital.
Cuando descubrí cuál es el propósito de mi vida (servir a otros a través de mi conocimiento), cuando decidí que era lo que quería hacer por el resto de mi vida, el problema del tiempo se acabó. Hoy, las prioridades de mi vida son mis hijas y mi trabajo (mis clientes). A la par, he aprendido a dedicar tiempo para cuidar de mí, a disfrutar de la vida y de sus bendiciones.
Veo muy poca televisión (en especial, noticias o novelas), no leo periódicos (ninguno de los medios tradicionales) y descanso lo necesario. Para el común de las personas, hago mucho más de lo normal, porque mi agenda está casi siempre llena. La verdad es que aprendí a tomar decisiones, a delegar, a priorizar y a enfocarme en lo importante (adiós a lo urgente).
Ahora, pasemos al otro tema: el dinero. Que no abunda, que cada día es más difícil de obtener. Sin embargo, es posible comenzar un emprendimiento con poco dinero. En mi época, hace casi 25 años, había pocas herramientas y recursos que, además, eran muy costosas. Hoy, en cambio, muchas son gratuitas y hay una gran variedad. Además, cuentas con ayuda.
Porque, sin duda, esa fue la principal dificultad que enfrenté: no había casos de éxito, los pocos mentores que había eran estadounidenses y el acceso a ellos no era fácil. Y tampoco había conocimiento disponible tal como hoy. Sin embargo, nada de eso fue óbice para que renunciara a mi sueño: trabajé, aproveché el tiempo y comencé a generar ganancias.
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¿Cómo lo hice? Puse en práctica los siguientes consejos, que espero te sirvan:
1.- Comienza en un terreno conocido.
Parece obvio, pero no lo es. Y no lo es porque muchas personas se dejan tentar por ‘nichos de dinero fácil’ y al final lo lamentan. Elige un negocio relacionado con una actividad de la que tengas un conocimiento superior al promedio y, claro, experiencia. No aventures, no inventes. Aprovecha lo que sabes y determina cómo con eso puedes ayudar a otras personas.
Ten en cuenta que más adelante puedes cambiar el rumbo, si quieres. De lo que se trata es de comenzar, de empezar a avanzar y, por supuesto, de generar ingresos sin necesidad de hacer inversiones grandes. Si es un ámbito en el que ya te desenvuelves, será más fácil ganarte la confianza del mercado, obtener credibilidad y destacarte como una autoridad.
2.- Elimina costos innecesarios.
Conozco a muchos emprendedores y empresarios que, a pesar de que dicen no tener dinero, sí tienen una lujosa oficina, contratan a una costosa agencia para que les diseñe un logotipo y se permiten gastos suntuarios e innecesarios. Al comienzo, trabaja como si fuera economía de guerra: gasta estrictamente en lo indispensable, en aquello que te ayudará a generar ganancias.
Lo demás puede esperar, sin duda. De ser posible, instala tu sitio de trabajo dentro de tu casa, así no tienes que pagar alquiler, servicios o gastos de administración. Por supuesto, no vayas a cometer el error de elegir el comedor o la sala como tu oficina, porque estos no son los lugares adecuados y perjudicarán tu productividad. Que no te salga lo comido por lo servido…
3.- Comienza sin empleados.
Otra piedra con la que muchos tropiezan: la obsesión de formar rápido un equipo, con la idea de que más personas producen más (generan más recursos). Y no necesariamente es así. En mi caso, pasaron varios años antes de que tuviera cómo respaldar la contratación de alguien y, mientras tanto, tuve que desempeñarme en todos los frentes. No había otra opción.
Hoy, además, el mercado nos ofrece opciones bien interesantes. Por ejemplo, pagar solo por trabajos puntuales a freelancers como diseñadores, copywriters, generadores de tráfico o expertos en campañas publicitarias en internet. Créeme que hay muy buenos profesionales que se ajustan a tu presupuesto y te pueden dar una buena mano. ¿El equipo? Después.
4.- No te olvides del plan de negocios.
Sí, sí, ya sé que es obvio, pero muchos lo olvidan o lo omiten. ¿Por qué? Porque se enfocan en conseguir resultados, en obtener ganancias rápidas y cometen el error de intentar avanzar sin una brújula, sin una guía. Solo un buen plan de negocios te permitirá comenzar a generar ingresos, aun cuando cuentes con pocos recursos. Este, debes saberlo, es un pilar de tu negocio.
¿Cuáles son los objetivos que persigues? ¿En cuánto tiempo esperas recibir ingresos? ¿Cuáles son las metas intermedias que te permitirán medir tus resultados? ¿Con qué herramientas y recursos cuentas para comenzar? ¿Cuál es la necesidad del mercado que vas a satisfacer, el problema que vas a solucionar? ¿Quién es tu cliente potencial? ¿Qué competencia hay?
5.- No dejes de aprender.
Esta, sin duda, fue una de las claves de mi éxito. Si bien estaba enfocado en conseguir resultados rápido, no me olvidé de capacitarme, de aprender más, de desarrollar otras habilidades que me ayudaran a avanzar. Tomé cursos, leí libros y, en especial, asistí a muchos eventos, especialmente presenciales, en los que me di a conocer y realicé networking.
Estar muy ocupado, otra bonita excusa, no debería ser un obstáculo para aprender más. Si te quedas con lo que sabes, tarde o temprano te estancarás o dependerás de otros y esto significa incrementar tus costos operativos. Aprende, en especial, de aquellas tareas que representan ingresos. Y no te creas un superhéroe, porque no lo eres: ¡delega!
Google, Apple, Domino’s Pizza, Subway, Samsung, Dell, Facebook, Inditex (grupo del que hacen parte Zara, Bershka, Massimo Dutti y Stradivarius, entre otras marcas), Servientrega (empresa de mensajería de Colombia) y Under Armour son ejemplos de empresas exitosas que comenzaron con poco dinero. Si todos ellos pudieron hacerlo, ¿por qué tú no podrías?