Te quiero ser honesta, en el medio del lanzamiento y sin mucho motivo más que una noticia que me llegó de golpe…
Me rompí.
Sentí una tristeza tan grande que superaba todo lo que podía ver a mi alrededor, y que funciona perfecto, mi familia, mis afectos, mis negocios.
Hoy me decidí a contarte esto porque a veces se cree que “tiene que haber” un motivo para la tristeza.
Y no siempre es el caso.
A veces por algo externo a nosotros sentimos que “la gota rebozó la copa” y la tristeza nos inunda.
Entonces, ¿cómo enfrentamos el día a día?
Paso 1: Permitirte sentir lo que estés sintiendo.
En mi caso mi primer instinto fue refugiarme en “mi cueva”, una parte de mi casa que la siento altamente mágica, y quedarme ahí.
Paso 2: Expresar lo que te pase.
A mí me gusta escribir, así que me senté a escribir todo lo que tenía dentro y luego lo eliminé. Puedes quemarlo, puedes romperlo. El tema está en lograr sacarlo afuera.
Paso 3: Avanzar —a tu paso— pero avanzar.
Ese día estuve en familia, hablé con mi hija y luego me fui a descansar. Al día siguiente, me desperté, no a un 100 %, pero tal vez a un 80 % y con eso decidí enfrentar mi día. Aceptar que no estaba como siempre, pero igualmente presentarme con todo lo que tenía programado.
Paso 4: Confiar en el proceso.
¿No vas a creer lo que pasó ese día? Ese mismo día llegó un contrato que estaba esperando, un contrato increíble y con el que había estado soñando hace mucho.
Ese mismo día.
Podría haber hecho un “aquí no pasa nada” pero decidí respetar cómo me sentía y posponer el festejo para el día siguiente.
Darme el espacio, permitirme sentir lo que siento y luego retomar el camino es fundamental para todos aquellos que emprendemos y que los negocios dependen de nosotros.
Es muy importante que seas fiel a ti mismo, que hagas las cosas que crees y que te hacen bien.
En ese momento encuentras otra vez la forma de reencontrarte y avanzar de nuevo.
El camino nunca es lineal, está en nosotros aprender a sortear las curvas.
Un abrazo,