¿Cuántas veces lo has oído, Jose Manuel?
¿Cuántas veces te la han recomendado?
Aún no sabes de qué voy a hablarte, pero ya empiezas a notar los efectos de su carencia.
¿Sabes a qué me refiero?
No te preocupes, no te haré sufrir mucho.
Es un juego para que reflexiones sobre ello.
Solo hace falta paciencia.
¿No lo adivinas?
Bueno, sé paciente. Todo llega.
Venga, piensa un poco…
Ya deberías haberlo adivinado.
¿No?
Pues paciencia.
Te voy a hablar de algo que ya te he desvelado tres veces y quizá no lo has deducido por impaciente.
La paciencia, ¡exacto!
Bueno, paciencia y perseverancia: el binomio mágico que tendrá que acompañarte durante todo tu camino de emprendedor.
Esto es esencial, Jose Manuel.
Y a veces lo esencial es lo que se nos olvida con mayor facilidad.
Puedes diseñar todo aquello que desde el punto de vista técnico es necesario para tu negocio:
Eliges el dominio y el alojamiento.
Diseñas pormenorizadamente el perfil de tu cliente ideal.
Piensas en sus problemas y cómo puedes ayudarle.
Perfilas, paso a paso, tu oferta única de negocio.
Buscas las fórmulas (y las encuentras) para atraer tráfico a tu página web.
Todo eso lleva un trabajo muy concienzudo y cada fase que recorres para definir tu línea de negocio conlleva una inversión de tiempo y recursos muy importante.
Porque no dejas nada al azar, por supuesto.
Y comienzas a caminar, Jose Manuel.
Pero falta algo vital en esa ecuación:
Paciencia y perseverancia: sin ellas tus planes de negocio pueden verse frustrados por completo.
Paciencia para protegerte frente a la posible frustración que te pueda sobrevenir en tu etapas iniciales.
Y perseverancia para aprender y experimentar.
Cuando digo aprender me refiero también a aprender de tus errores.
Y cuando digo experimentar me refiero también a experimentar alguna sensación de fracaso, que la tendrás.
Cualquier habilidad que pretendas adquirir, Jose Manuel, conlleva, irremediablemente, un proceso de aprendizaje.
Da igual que tengas mucho talento: quizás te sirva para aprender más rápido, pero tendrás que aprender sí o sí.
Y un factor esencial en todo proceso de aprendizaje es aprender de tus errores.
Pero sin someterte a excesivas presiones.
Imagina el proceso de aprendizaje de un tenista profesional.
Todo su equipo técnico ha desarrollado al milímetro todo aquello que le hará mejorar su saque.
Incluso tienen un programa informático que analiza todos los movimientos corporales necesarios para ejecutarlo a la perfección.
El jugador procesa toda esa información y practica todo lo que sus técnicos le han recomendado.
Pero cuando saca, la bola se va a la red.
Lo intenta de nuevo.
Otra vez a la red.
Una vez más.
Salva la red, pero se va fuera de la zona de recepción del saque.
¿Fracaso?
Claro que no.
En esta fase está analizando los motivos por los que el saque no ha funcionado.
Esos pequeños fracasos le están aportando conocimiento sobre lo que está haciendo mal y, por tanto, está adquiriendo conocimientos sobre cómo no ha de hacerlo.
O dicho de otro modo: cómo puede hacerlo mejor.
Su servicio llegará a ser potente y colocado cuando lo haya probado miles de veces.
Hasta ese momento, la paciencia y la perseverancia han sido sus mejores aliados.
Tu camino hacia el éxito, como el de un tenista, está fraccionado en etapas.
Has de recorrerlas todas y has de disfrutar de todas ellas:
Aprende y disfruta aprendiendo.
Experimenta y disfruta experimentando.
Y, por supuesto, triunfa y disfruta de tu triunfo.
Pero por el camino, recuerda: sé paciente.
Hoy estás sembrando. Es cuestión de tiempo que los frutos germinen y puedas recoger tu cosecha.
No será hoy. Y posiblemente tampoco mañana.
No existen fórmulas mágicas para conseguir milagros de la noche a la mañana.
Lo que sí existe es la perseverancia.
Cada día que labras, lo intentas y das un pequeño paso al frente estás un día más cerca de los resultados que tanto deseas.
Cada día te acercas un poco más a tu deseado futuro de libertad.
Y todo gracias a…
Sí: la paciencia.
Un fuerte abrazo
Franck “armador de paciencia” Scipion