Durante muchos años y hasta 2020, el teletrabajo ha sido una opción defendida por expertos, compañías y trabajadores que deseaban fomentar políticas de flexibilidad horaria, conciliación de la vida profesional y personal, etc. Tras la continua proliferación de herramientas tecnológicas como las soluciones de videoconferencia, las herramientas de chat en tiempo real y demás aplicaciones de comunicación, así como el aumento de conexiones de alta velocidad en el hogar, el teletrabajo era ya factible para muchas personas. Para las empresas, además, permitía ventajas clave como el ahorro de costes derivados del puesto de trabajo físico o la posibilidad de contar con equipos y profesionales deslocalizados, entre otras.
Con la crisis de la COVID-19, el teletrabajo ha pasado a ser la única opción para muchas empresas, que encuentran esta solución como la única manera de continuar produciendo en el marco de un estado de alarma y generando así valor añadido.
¿Qué pasa con la productividad?
El trabajo desde casa, al igual que el trabajo en espacios habilitados como los centros de coworking, no implica en ningún caso trabajar menos. Al contrario para muchos, el teletrabajo exige una mayor eficiencia por parte del empleado en cuestiones como la gestión responsable del tiempo y la división de tareas.
Para muchas compañías, el teletrabajo implica la puesta en marcha de un sistema por objetivos y no por horas diarias trabajadas. Fijar las tareas a completar cada semana o cada día permitirá aprovechar el tiempo de manera más eficaz.
La planificación, por tanto, cobra especial importancia cuando hablamos de teletrabajar. Debemos priorizar, tratando aquellas tareas más urgentes de manera más precisa y dejando las menos urgentes para momentos como el final de la jornada o el inicio de la siguiente.
El espacio de trabajo deberá separarse del espacio de ocio o del destinado a las tareas del hogar, siempre teniendo en cuenta las posibilidades de la vivienda, ya que no todo el mundo cuenta con el espacio adecuado. Un espacio de trabajo correctamente acondicionado contribuirá a la productividad y al buen término de cada tarea.
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Incentivar el teletrabajo
Generalmente —aunque más aún si cabe en una situación como la actual, que impone el teletrabajo— es muy recomendable por parte de la empresa la puesta en marcha de medidas para fomentar e incentivar el teletrabajo entre sus empleados. En tiempos como los actuales, además, en los que más que nunca necesitamos sentirnos parte de una comunidad y sentirnos más cercanos desde el confinamiento en nuestros hogares, poner en marcha mecanismos de incentivación del teletrabajo que impliquen una comunicación directa y desenfadada entre los equipos puede ser una gran ayuda para los mismos. Por ejemplo, podemos poner en marcha pequeños proyectos como el de pedir a cada colaborador que envíe una fotografía de su espacio de teletrabajo y organizar un pequeño concurso en el que sus compañeros lo puntúen y el mejor se lleve un premio.
También podemos poner en marcha proyectos de cocreación, por ejemplo de un vídeo en el que cada compañero envíe un mensaje de ánimo a otro, y así sucesivamente, destacando y poniendo en valor la labor de todos en una especie de cadena que fomente el sentimiento de pertenencia y comunidad.
Los programas de incentivos pueden ser una baza muy favorable en este sentido, ya que pueden reorientarse de manera sencilla para reforzar más aún el cumplimiento de objetivos y premiar a los empleados cuando finalicen ciertas tareas o grupos de tareas. A través de un programa de incentivos enfocado en el teletrabajo, la empresa podrá monitorizar de manera sencilla e incluso lúdica cómo sus empleados se adaptan a esta situación.