¿Hay que hincar los codos para ser influencer?: una universidad lanza un grado para creadores de contenido

Buena parte de los influencers que se desenvuelven actualmente en las redes sociales incursionaron en esta profesión como un mero hobby que fue creciendo exponencialmente hasta convertirse en su principal sustento. Sin embargo, el influencer marketing se está profesionalizando cada vez más y se zafó hace ya tiempo de su amateurismo. Y prueba de ello es que una universidad irlandesa ofrecerá próximamente en su programa un grado especialmente consagrado a la profesión de influencer.

El grado, que comenzará a impartirse a partir del año que viene en la Universidad Tecnológica del Sureste (SETU) en Carlow (Irlanda), incluye asignaturas con el foco puesto en la gestión de crisis, las relaciones públicas, la psicología social y la edición de vídeo y audio.

Aunque no es la primera vez que la profesión de influencer se cuela en una universidad (ya se habían ofrecido previamente cursos directamente emparentados con este oficio en otros centros), SETU se ufana de ser la primera universidad del mundo en incorporar a su programa un grado específicamente dedicado a la pujante «influencer economy».

El grado de SETU, cuyo nombre oficial es «Content Creation and Social Media Degree», lleva gestándose en realidad desde hace cuatro años, cuando Irene McCormick, profesora del centro, descubrió un día por boca de su propia hija que una de sus nuevas alumnas, Lauren Whelan, era una estrella de TikTok y contaba con miles de «followers» en esta red social.

La entusiasta reacción de su hija a la presencia de Whelan en calidad de estudiante en SETU hizo que McCormick se apercibiera de la arrolladora influencia de los creadores de contenido en las generaciones más jóvenes, explica la profesora en declaraciones a The Washington Post.

Ello precisamente llevó a McCormick a la creación de un programa de verano, «Digital Hustle», que estaba especialmente enfocado a los adolescentes con el ánimo de convertirse en influencers en las redes sociales. Y durante al menos dos años desfilaron por ese programa de verano estrellas de TikTok y académicos especializados en redes sociales para enseñar a los más jóvenes cómo levantar los cimientos de su propia marca personal en las plataformas 2.0.

Tras la puesta en marcha de este curso, «no fue en realidad demasiado difícil vender la necesidad de un grado», asegura McCormick. «Sabíamos que había un espacio y una necesidad para esta materia. Simplemente necesitábamos desarrollar el curso para convertirlo en un grado universitario y conseguir la ratificación de la universidad», señala.

«Ahora más que nunca todos desean tener un mayor control sobre sus propias vidas. Y la carrera de influencer no deja de ser una variante mucho más independiente del emprendimiento de toda la vida. Hoy en día todo el mundo desea trabajar en remoto y ser dueño de su propio horario, lo cual es perfectamente compatible con el oficio de influencer», apunta, por su parte, Brooke Erin Duffy, profesora de comunicación de la Universidad de Cornell.

Por su naturaleza mutable el influencer marketing exige conocimientos altamente especializados

La «influencer economy» de la que emana el nuevo grado de SETU es un exuberante vergel que generó la friolera de 16.400 millones de dólares a escala global solo en 2022. Además, tiene a bote pronto todo el sentido el mundo que debido a su naturaleza eternamente cambiante la profesión de influencer se apoye en los conocimientos especializados procurados por un grado como el ofertado por SETU.

«Los grados universitarios se ha hiperespecializados porque el trabajo se ha trocado también en mucho más especializado», señala Dawn Lerman, profesora de marketing de la Escuela de Negocios de la Universidad de Fordham.

Otrora las universidades formaban a los estudiantes para estar preparados para la carrera que habían elegido y no tanto para el mundo laboral. Sin embargo, «hoy en días las empresas contratan a aquellos estudiantes que están preparados para desempeñar un trabajo específico desde el primer día», enfatiza Lerman. «Y ello exige también una formación especializada», añade.

Por otra parte, el nuevo grado universitario de SETU emerge en un momento en que «las redes sociales están resquebrajando el mito del influencer como una profesión de ensueño», indica Duffy. Al fin y al cabo, los influencers profesionales tienen que bregar con una toda una plétora de dificultades en su trabajo diario: algoritmos que cambian con inusitada frecuencia, plataformas pródigas en súbitos cambios, acoso por parte de los «followers» y desigualdad desde el punto de vista de los emolumentos percibidos.

«El universo de los influencers está altamente feminizado y todo ámbito de actividad feminizado se presta potencialmente a ser denigrado o ser relegado a un estatus inferior«, insiste Duffy. Conviene además hacer notar el alto grado de incertidumbre y precariedad que existe a día de hoy en las redes sociales echa probablemente anclas en el hecho de que la formación con el foco puesto en plataformas específicas se queda enseguida desactualizada, dice Duffy.

McCormick admite que los cambios en la industria del influencer marketing se suceden efectivamente a la velocidad de la luz, pero «lo que ocurre en este segmento no es muy diferente de lo que acontece en otras áreas de la industria mediática. Llevamos ofreciendo grados con el foco puesto en los medios desde hace décadas, por lo que el profesorado está bien preparado», asevera.

En la que será la primera promoción de su nuevo grado para influencers SETU prevé admitir a 40 alumnos. No obstante, en vista de la sobreabundancia de solicitudes que ya recibe en la actualidad el programa de verano del que emerge ese grado, ese número plazas se quedará probablemente corto.

Esther Lastra

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