Un lector me ha preguntado por la posibilidad de hacerle una sesión de mentoría, y me dice, más o menos, que no puede volver a trabajar para otros pues quiere ser libre y la idea de vender su tiempo le aterroriza.
Te entiendo, yo pensaba igual.
Pero creo que es un mal enfoque, un enfoque que a nosotros los emprendedores nos hace mucho daño.
Mi amigo Pepe siempre me dice: ¿Qué es lo peor que puede pasar si no me van bien mis negocios? ¿Que trabaje para otros, que conozca personas interesantes, que aprenda cosas nuevas mientras me recupero económicamente y vuelva a emprender?
Eso es un buen enfoque.
Y como sé que su visión es siempre muy romántica pues él es muy estoico, quizás te gusta esta más: aunque sea una putada. Aunque no nos guste nadie en la empresa. Aunque nuestro jefe sea un cabroncete. Aunque todo nos vaya mal, lo soportaremos porque tenemos esa actitud desde que nacimos: hacer, aprender, crecer.
Lo que sí es cierto y que Pepe sabe muy bien, es que no tenemos ninguna espada de damocles colgando sobre nuestras cabezas, y si la tenemos, es imaginaria, está sólo en nuestra mente.
No tenemos al destino esperando a darnos una sonora colleja si las cosas no nos van bien por «nuestra cuenta».
Como dijo Lama Rinchen y Don Juan, el benefactor de Castañeda, tenemos que ponernos en situación donde TODO nos beneficie.
De un montón de mierda, sacaremos un montón de estiercol para abonar nuestras mejores plantas.
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Y aún hay algo mejor: lo más importante, lo verdaderamente importante, es tener un plan. Y nosotros los emprendedores, a no ser que se nos olvide cómo vivir, lo tenemos.
Y nuestro plan dice así: VAMOS A CRECER HASTA EL DÍA EN QUE NOS MURAMOS.
De cada experiencia vamos a sacar un aprendizaje que luego usaremos como gasolina para nuestras posteriores creaciones.
De cada persona, una anécdota. De cada producto, un fallo y una posible mejora. De cada servicio, una idea de cómo hacer las cosas y cómo no hacerlas.
Aprendemos de todo. Siempre. Continuamente.
Trabajando para otros. Emprendiendo. Limpiando calles. Sirviendo hamburguesas de plástico en un Mc Donals. Llevando equipos. Haciendo talleres. Mentorizando otros. Recibiendo mentorías. Estando debajo de un puente.
A ti, a mí, todo nos viene bien. No lo olvides. No lo olvido.
Y una vez que la tormenta termine, no recordarás cómo lo lograste. Ni siquiera estarás seguro de si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa es segura. Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso trata la tormenta. Haruki Murakami
Y si no tienes un plan… tenlo.
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