Una mañana de esta semana, aunque todos en casa tenemos despertadores y alarmas en los móviles, resulta que no sonó el de mi hija. En principio eso no es un problema porque yo ya estoy pendiente de poner a todo el mundo en movimiento.
Sin embargo, al rato vino mi hija a punto de perder los nervios porque su iPhone no se encendía (hartito estoy de Apple). Aunque tiene pocos meses (el móvil, no mi hija), aquello parecía muerto y no había manera de resucitarlo. No sé si por dejarlo cargando toda la noche o por qué. El caso es que aquello no reaccionaba.
Y pude comprobar el estado de movildependencia de la juventud (y de los más mayores también, hay que reconocerlo). Mi hija agobiada, a punto de soltar la lagrimita y como si el mundo se acabase por eso.
Una de las cosas que decían en las webs es que apretando un par de botones y dejando reposar el teléfono media hora, aquello resucitaba. Y así fue.
Pero esta escena me hizo recordar que yo también me agobiaba mucho y me ponía de mala leche en mis tiempos por cualquier chorrada cuando algo se torcía. No digo que ahora no tenga recaídas, pero creo que el tiempo te hace ver las cosas de otro modo.
Dios proveerá
Una de las cosas que recuerdo en situaciones de agobio es algo que repetía mucho mi padre, «Dios proveerá». Yo no le hacía mucho caso, pero lo cierto es que casi nunca ocurría nada tan terrible como imaginaba.
Si hay algo que creo que he dejado claro en todo lo que comparto es que no soy de los que creen que las cosas se solucionan sólo por desearlo con mucha fuerza. Pero también está claro que no tiene sentido preocuparse por cosas sobre las que no tienes control o que no se pueden cambiar.
Tengo tan metidas esas dos palabras en mi cabeza que, hace ya muchos años, es el nombre que pusimos al equipo de baloncesto en el que jugaba (lo de jugar es un decir). Si, tuve una época en la que incluso hacía deporte o lo aparentaba.
Y llevándolo a la Estrategia Personal creo que esa mentalidad de «Dios proveerá» es bastante saludable si lo combinas con lo otro de «A Dios rogando y con el mazo dando».