La semana pasada vimos como pasar de cero a extraordinario. El secreto consiste en hacer pequeñas cosas cada día que tengan el potencial de cambiar tu vida a largo plazo.
Vale, antes de que te pongas a hacer malabares con esas «pequeñas cosas», hay algo que debes saber: existen numerosos peligros que pueden tirar por la borda todas esas buenas intenciones que tienes.
Y claro, no querrás que te pase eso, ¿verdad?
Así que vamos a hablar de cómo evitar…la mediocridad
Resulta que todos, sí, todos, cuando abrimos los ojos por la mañana, nos enfrentamos al mismo reto: ¡dejar a un lado nuestra mediocridad para sacar lo mejor de nosotros mismos!
Suena como la madre de todas las batallas, ¿no?
Pues sí, pero es más difícil de lo que parece. De hecho, muy pocos lo consiguen.
Más o menos el 95% de la gente se queda a medio gas, aceptando mucho menos de lo que realmente les gustaría obtener en la vida.
Y aquí es donde aparece la cruda realidad, porque este drama nos afecta en cuatro áreas clave de nuestra vida.
Veamos:
#1. Plano físico
¿Te suena eso de la «epidemia» de la obesidad, el cáncer, las enfermedades cardíacas?
Pues sí, es como un monstruo gigante que está devorando a la sociedad.
Nuestro ritmo de vida nos mantiene agotados, con la energía al nivel de la batería del móvil cuando está en rojo y solo buscas un enchufe desesperadamente. Hay personas que se están dejando la vida (literalmente) en el trabajo.
#2. Plano mental y emocional
¿Sabes cuál es el menú del día?
Pues más medicinas para la ansiedad, la depresión y el estrés. Como si fueran caramelos. Las farmacias están haciendo su agosto.
Cada vez es más común sentirse atrapado por estos males, y la gente sigue buscando maneras de sobrevivir a esa montaña rusa emocional.
#3. Plano de las relaciones
Ah, el amor… ¡qué bonito!
Pero, espera… ¿sabías que uno de cada dos matrimonios termina en divorcio? Sí, flipante, ¿verdad?
Es como lanzar una moneda al aire para ver si tu relación sobrevive. Y mientras tanto, un montón de personas se sienten solas, incomprendidas y como si estuvieran en una isla desierta.
#4. Plano económico
El sueldo de la mayoría de las personas no se acerca, ni de lejos, a lo que de verdad les gustaría estar ganando.
Y eso de estar a fin de mes echando cuentas para pagar las facturas, es la historia de muchos. Deudas por aquí, la hipoteca, problemas económicos por allá… ¡todo un festival!
Así que, sí, no es ningún secreto que la mayoría de la gente está viviendo muy por debajo de su verdadero potencial. Pero lo peor no es solo eso, ¡es que se conforman!
¿Por qué? Bueno, ahora vamos a ver por qué muchas personas se quedan atrapadas en esa vida mediocre, y encima, se quedan tan tranquilas, como si estuvieran viendo la tele en el sofá de su casa. Ni se molestan en levantarse.
7 formas de acabar con la mediocridad y ser la estrella de tu propio show.
[Estos consejos los aprendí leyendo el libro Mañanas Milagrosas de Hal Elrod]
#1. El síndrome del espejo retrovisor.
Tu mente es como un coche con un retrovisor enorme, pero en lugar de usarlo para controlar el tráfico, lo usas para revivir todo tu pasado, una y otra vez.
¡Vaya pesadilla!
Es como si estuvieras atrapado en un bucle de «lo que fue» y no puedes avanzar ni un metro.
¿Qué pasa con esto?
Que terminas creyendo que eres esa persona que fuiste hace tiempo, con tus viejos miedos, tus errores y todas esas veces que las cosas no salieron como querías.
Así que, cuando se te presenta una oportunidad hoy, ¿qué haces? Miras al retrovisor y piensas: «Bah, esto no es para mí, ya fallé antes».
¡Pero claro que no es para ti, si te sigues contando esa historia!
Si realmente quieres sacudirte el pasado y ponerte en marcha, ¡deja de vivir mirando ese retrovisor!
Tienes que empezar a ver la vida como un paisaje lleno de posibilidades ilimitadas, además, voy a decirte una verdad importante: tu pasado no tiene por qué determinar tu futuro.
Piensa en grande, sueña en grande y ponte en modo «¡vamos a por ello!».
¿Qué tienes que perder? Nada, porque no puedes fracasar. Solo puedes aprender, crecer y convertirte en alguien mucho mejor que ayer.
#2. Falta de objetivos.
Si vas por la vida sin rumbo, es como si estuvieras conduciendo sin GPS, dando vueltas sin saber a dónde quieres llegar.
Pregunta rápida: ¿alguna vez le has preguntado a alguien cuál es el objetivo de su vida?
Seguramente te miraron como si les hubieras preguntado por la fórmula para viajar en el tiempo.
La realidad es que muchas personas ni siquiera se han planteado por qué se levantan cada mañana.
Y no, no me refiero a que lo hagan porque el despertador suena, sino a ese «por qué» grande y poderoso que les dé sentido.
¿Qué pasa entonces? Pues que van navegando por la vida solo para llegar al final del día, evitando cualquier incomodidad y buscando la opción más fácil y placentera. No es de extrañar que se queden estancados en la mediocridad, ¿no?
El secreto para escapar de esa trampa es tener objetivos que realmente te muevan, que te den ganas de saltar de la cama con energía.
Y aquí va el reto: ¡márcate objetivos para los próximos 12 meses!
Metas que te obliguen a convertirte en la persona que necesitas ser para lograr el éxito que sueñas.
Elige algo que te inspire de verdad, que te emocione.
Y tranquilo, tus objetivos cambiarán a medida que tú crezcas y cambies, pero lo importante es tener algo que te guíe. Porque si no apuntas a nada, adivina a dónde vas a llegar: sí, efectivamente ¡a ningún sitio!
#3. Aislar incidentes.
Aquí va una de las grandes mentiras que nos contamos:
«No pasa nada por saltarme el entrenamiento hoy, ya lo haré mañana» o «Bueno, comerme esta pizza no es para tanto, mañana empiezo la dieta».
¿Te suena?
Pues déjame decirte que cada vez que decides hacer lo fácil en lugar de lo correcto, no solo tiene consecuencias en ese momento, estás moldeando la persona en la que te convertirás en el futuro.
Cada acción cuenta.
Piensa en tu vida como un gran puzzle y cada decisión que tomas es una pieza que estás colocando.
Si eliges mal una y otra vez, no te sorprendas si el resultado final es un cuadro que no te gusta. Pero, si eliges hacer lo correcto, incluso cuando no te apetece, estás desarrollando la disciplina necesaria para crear una vida extraordinaria.
Así que la próxima vez que suene el despertador, en lugar de darle al botón de «posponer», piensa: “Espera… no quiero ser esa persona que no tiene la disciplina para levantarse de la cama. Me levanto porque me he comprometido a ser la mejor versión de mí mismo”.
Ahí es donde empieza todo.
Recuerda: la persona en la que te estás convirtiendo es mucho más importante que lo que estás haciendo en este momento. Y esa persona es la que determinará los resultados que vas a obtener en tu vida.
¡Así que, ponte en marcha!
#4. Falta de corresponsabilidad
A ver, aquí va la cruda verdad: el éxito y la corresponsabilidad van de la mano, como el café y las mañanas.
No importa cuántas ganas tengas de hacer scroll infinito en el móvil, las personas que triunfan tienen un alto grado de responsabilidad. ¡Ojo! No solo para con ellos mismos, sino para con los demás.
Si no fuera por eso, imagínate a los atletas saltándose entrenamientos para quedarse viendo series en Netflix o a los CEOs de grandes empresas pasando horas en Candy Crush.
Claro, sería divertido… pero no de personas “responsables”.
La corresponsabilidad es ese compromiso compartido, ese empujón entre amigos que nos empuja a actuar, incluso cuando no tenemos ganas.
Piénsalo, todas esas cosas que lograste cuando eras un niño, desde comer verduras hasta hacer los deberes, fue porque alguien estaba ahí, recordándotelo (más bien obligándote).
Gracias a tus padres, profesores o quien fuera, te convertiste en alguien que sabe madrugar, lavarse los dientes y, bueno, sobrevivir en la vida. Y ahora que somos adultos, necesitamos nuestro propio sistema de corresponsabilidad.
¿Cómo hacerlo?
Fácil: un coach, un mentor, o incluso tu pareja o cualquier buen amigo que no te deja escaquearte.
#5. Un círculo de influencia mediocre
Aquí va una frase que habrás escuchado mil veces, pero que cada vez compruebo que es más cierta:
«Te conviertes en la media de las cinco personas con las que pasas más tiempo.»
Así que, si tus cinco amigos son unos vagos que solo saben quejarse… te vas a contagiar.
Las personas con las que te rodeas pueden ser tu mayor trampolín o el ancla que no te deja avanzar.
Si te pasas el día con gente alegre y positiva, tarde o temprano, te vas a contagiar de esa buenas vibraciones.
Pero si, por el contrario, tu entorno es más negativo que el pronóstico del tiempo en Londres, lo más probable es que tú también acabes pensando que todo está fatal.
Esto no solo se aplica al ánimo.
Si tus amigos tienen éxito, tú acabarás creyendo que también puedes tenerlo. Si ellos ganan 100.000 € al año, poco a poco te parecerá normal y te pondrás metas más altas. ¿Ves por dónde va la cosa?
Así que, ojo con qué tipo de personas te rodeas. Y, por cierto, ¡conviértete tú también en una de esas personas que levantan e inspiran a los demás! Es un win-win, como dicen los de Harvard.
#6. Falta de desarrollo personal
Aquí vuelvo a tirar de repertorio de Jim Rohn (deberías tatuártelo en la frente):
«El nivel de éxito de una persona rara vez excede su nivel de desarrollo personal.»
¿Sabes qué significa esto?
Que si no trabajas en ti mismo, en tu crecimiento, en tus habilidades, y en tu mentalidad, no importa cuántos libros de autoayuda leas o cuantos videos de motivación veas.
El éxito va de la mano con la persona en la que te conviertes.
Y el problema de mucha gente es que quiere todo, pero no está dispuesta a crecer lo suficiente para atraerlo. Así que, ponte manos a la obra, porque no hay éxito sin desarrollo personal.
#7. Falta de urgencia
Y aquí viene la madre de todas las causas: la falta de urgencia.
Esa mentalidad de “bueno, ya lo haré algún día…” es el camino directo a la mediocridad.
Porque, sorpresa, ese algún día nunca llega. Y lo peor de todo es que, cuando finalmente te das cuenta, ya ha pasado demasiado tiempo.
De repente, un buen día te levantas, te miras al espejo y te preguntas: «¿Cómo he llegado hasta aquí?»
Y ahí es cuando entra el arrepentimiento. Ese pensamiento de que podrías haber sido, hecho o tenido mucho más, pero lo fuiste dejando para después. Triste, ¿verdad?
Así que, el momento es ahora.
Lo que haces hoy determina quién serás mañana. Si no empiezas ya a convertirte en la persona que necesitas ser para alcanzar la vida que quieres, no te engañes pensando que lo harás la semana que viene o el mes que viene.
Porque, te aseguro que no lo harás.
Empieza hoy, ahora, y deja de esperar el momento perfecto.