Contenidos. No eres el centro del mundo

Empiezo esta temporada afirmando algo que he repetido aquí montones de veces. Internet es un espacio en el que tenemos el derecho a expresar nuestras opiniones. Y hay que defenderlo especialmente en momentos en los que la censura parece que trata de ocupar cada espacio de nuestra vida.

Dicho esto, voy a exponer un par de sensaciones que he tenido casi constantemente durante estos dos meses.

Apoteosis del «selfismo»

Desde hace ya un par de décadas, en verano tengo la costumbre de madrugar y dar un paseo por la playa al amanecer. Recuerdo que hace unos cuantos años éramos pocos, casi siempre los mismos, los que nos cruzábamos por la orilla de la playa antes de que empezase a llegar la gente.

Además de los paseantes habituales y conocidos, estaba el que plantaba una caña y se sentaba a esperar, más para tener un rato de reflexión que para pescar algo. Había dos o tres jubilados con detectores de metales que, igual que el pescador saldrían casi siempre con las manos vacías pero relajado.

Sin embargo, desde hace dos o tres años, el paisaje se ha transformado completamente. La orilla de la playa, especialmente al amanecer está lleno, repleto de gente, normalmente chicas jóvenes y no tan jóvenes haciéndose «selfies».

No se trata de hacerse la típica foto de recuerdo. Que va. Dedican tiempo, esfuerzo y equipo a hacer fotos, vídeos y reportajes que están destinados a Instagram o TikTok, aunque algunos parecían más bien pensados para Onlyfans.

Montones de personas que se graban en vídeo contando nosequé cosas mientras van andando. Chicas que se meten en el agua vestidas y haciendo posturitas y poniendo morritos. Señoras curtidas haciendo bailes con su anillo de luz. Aspirantes a gurús que cuentan cosas «profundas» a su iPhone en la postura del loto. Y en casi todos los casos, lo que más me sorprende, y me cabrea, es que cuando terminan el vídeo o hacen la foto, la sonrisa que ha adornado su cara, desaparece. Todo postureo.

A ver, que no descubro nada, que esto ya lo conocemos, pero lo que me ha llamado la atención especialmente este año es el volumen de personas que han entrado en esta rueda.

Repito que cada cual puede y debe publicar lo que le apetezca y yo lo defenderé. Pero también haré uso de mi derecho de huir de plataformas y personas que repiten estos contenidos.

Convertir la experiencia personal en categoría

Si no recuerdo mal, mi amigo Guillem Recolons reflexionaba antes del verano sobre la tendencia de LinkedIn a «facebookearse» o incluso «Instragramearse». Incluso creo que hizo una encuesta sobre el tema. Quizás eso me ha hecho estar más pendiente de lo que se publicaba este verano y lo que he visto me confirma esa idea.

Siempre defenderé que contar una anécdota personal o dar alguna información u opinión más allá de lo puramente profesional te humaniza. Lo que ocurre es que tengo la sensación de que lo puramente emocional, publicaciones de postureo puro, declaraciones políticas, convertir la anécdota personal en categoría general o compartir una y otra vez contenidos que más que personales son privados, acaba devaluando una red como LinkedIn.

Está bien leer alguna historia personal con moraleja, pero tratar de convertirse en una versión de Tony Robbins en versión «de andar por casa» queda un poco extraño.

Aunque ya no publico en Facebook, entro de vez en cuando. Pues bien, este verano he tenido que confirmar varias veces que estaba en LinkedIn y no en la red de Zuckerberg. De pronto lo importante no es el valor que puedas aportar sino reforzar tu «persona» o «personaje».

Lo curioso es que, con la cantidad de gente crítica que hay en todas partes, esperaba encontrar algún comentario constructivo que apuntase una mínima crítica a estos contenidos, pero qué va, todos son del estilo «qué bonito», «me encanta lo que dices» y cosas parecidas.

¿Eso está bien o mal? No seré yo quien diga lo que se debe publicar, pero si quien decida lo que quiero seguir o no.

Desde el punto de vista de la Estrategia Personal, todo suma o resta. Y allá cada cual con lo que comparte y donde lo hace. Pero lo cierto es que he acabado un poco cansado de tanto «almíbar», gente feliz hasta que acaba de grabar y de mensajes emocionales.

Volver al valor

Lo repetiré una vez más en este post: «cada cual puede y debe publicar lo que considere oportuno».

Dicho esto, diré que todo lo anterior confirma mi idea, planteada antes del verano, de volver a tratar de convertir Internet, al menos lo que a mi me atañe, en un espacio en el que compartir valor.

En principio este será el último post «opinativo» (vaya, aquí hago algo que acabo de criticar). Mi intención es ser más útil y crear contenidos más prácticos y con una intención clara de intentar cambiar las cosas en el mundo profesional.

Supongo que es una evolución natural. Durante los más de veinte años que he publicado este blog creo que pueden verse varias etapas. Ahora empieza otra.

Andres Perez Ortega

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