No caigas en la trampa de la productividad

La historia de la creación y la literatura está cargada de autores y autoras de renombre que intentaron sacar horas al reloj para escribir para ser lo más productivos posible:

  • Hemingway se levantaba al alba para escribir con foco, aunque en realidad su rutina empezaba el día anterior, porque siempre dejaba una frase sin acabar para obligarse a releer lo escrito y tomar el relevo a su yo de ayer. Solía escribir además gran parte del tiempo de pie y se marcaba un mínimo de 500 palabras al día. No era muy ambicioso para no quemarse.
  • Virginia Woolf tenía su habitación propia para escribir por las mañanas sin distracciones, pero lo combinaba con periodos de recarga de ideas por la tarde. Era metódica: por la mañana no dejaba de escribir pero por la tarde se obligaba a socializar para nutrir sus vivencias.
  • Juan Gómez-Jurado se retira a un parador para acabar sus novelas, buscando no hacer otra cosa hasta terminarlas.
  • Stephen King escribe desde las 8 de la mañana hasta la hora de comer. Incluso en vacaciones —aunque tuvo una mala época en la que lo hacía de forma mucho menos saludable, ya tú sabes.
  • O Balzac, que escribía desde la 1 de la madrugada, inflándose a café.

Si te das cuenta, todos tienen en común dos cosas:

  1. encontraron rutinas que funcionaban con sus formas de ser para ser productivos escribiendo…
  2. y todos mantenían rutinas sencillas

Algo que me ha llevado a pensar sobre la trampa de la productividad.

Productividad es una palabra con cierta mala prensa. Un poso tóxico que viene de los discursos fáciles de levantarse antes que el sol y que suenan a autoexplotación.

Pero la productividad siempre vuelve. Porque todos queremos ser productivos en el buen sentido de la palabra.

✱ De hecho, si te fijas, en este ambiente de Substack donde parece que se aboga más por la consciencia y el reposo, no han parado de surgir proyectos que bajo una capa más confortable y mullida esconden los discursos de productividad de siempre. Y no está mal que sea así.

¿A qué me refiero con productividad en el buen sentido de la palabra?

A ser productivo para poder dedicar tiempo a tu verdadero objetivo. Tener tiempo para lo que más te aporte y más libertad para tomar decisiones.

  • Eso puede significar ser productivo para no trabajar por las tardes y estar con tus hijos
  • Puede significar ser productivo para avanzar en tu proyecto propio y sacar tiempo de calidad para escribir
  • O puede significar ser productivo para ganar más dinero

El problema de fondo es que la mayoría pasamos los días sin pensar en cuál es ese objetivo. Que OjO, puede y debería ser mutable y cambiar conforme cambiamos nosotros.

Ser productivo no es hacer por hacer. Ni siquiera hacer más en muchos casos. Ser productivo es hacer mejor.

🎩 Y si me pusiera el gorro etimológico, te diría que ser productivo es ser efectivo, eficaz y eficiente a la vez. Tres palabras que a veces se usan como sinónimos pero que cada una tiene su propia parcela de significado.

Lo que pasa que eso suele chocar con la enorme industria de la productividad

Llegar a lo que no llegamos y lograr lo que nos marcamos es una promesa tan fuerte que es normal que se haya creado una industria enorme en torno a la productividad.

  • Rutinas
  • Libretas
  • Métodos
  • Sistemas
  • Consejos
  • Herramientas…

Pero todo esto tiene un incentivo perverso: cuanto más compleja es la fórmula para ser productivo que te proponen, más efectiva parece que acabará siendo. Eso contribuye a que te vendan métodos y sistemas que necesitan que dediques mucho esfuerzo al propio método, en lugar de al hacer.

  • Time-blocking: pero ojo, apunta hasta cuando vas a parar a comer
  • GTD: un sistema cuya filosofía está bien pero que para ejecutar debes memorizar un manual de 352 páginas
  • Plantillas de Notion de cientos de euros que conectan 32 bases de datos y que (oh, vaya) se descalabran en cuanto quieres personalizarlas un poco a tu medida…

Toda la industria de la productividad busca que rindas pleitesía al método de productividad por el que has optado y lo cumplas a rajatabla…

Porque así pueden decir que si no eres productivo no es por lo que te proponen… es porque no cumples.

La trampa de la productividad es rendir pleitesía al método que te promete hacerte productivo en lugar de ser productivo de verdad.

Que pases más haciendo cuadrantes de tu mejor hora para trabajar que trabajando. Que te hagas trampas al solitario entre siglas y nomenclaturas del diablo.

El otro día hice el ejercicio de recordar cómo me he ido organizando a lo largo de mi vida laboral:

  • Empecé apuntando en una libreta lo que tenía que hacer
  • Pase a dos libretas, según distintos contextos y proyectos
  • Creo que la primera app que probé de verdad fue Evernote
  • Después Wunderlist, que pasó a ser comprada por Microsoft
  • Trello, todo muy ordenadito con su modelo kanban, pero inmanejable a la larga
  • Y hace cinco años ya encontré una solución completa en Notion, donde pude crearme un gestor a mi medida que voy destilando conforme necesito y avanza conmigo.

Eso es todo por hoy. Nos escribimos

Victor Millan

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