A veces nos convencemos de que el tiempo ya pasó, de que estamos «demasiado mayores» para aprender algo nuevo o cambiar de dirección en nuestras vidas.
¿Te ha pasado? A mí sí.
Después de una carrera de 20 años como arquitecto, decidí convertirme en Coach personal a los 46 años. Sí, me lancé al vacío, y te aseguro que fue una de las mejores decisiones que he tomado.
Esta reflexión me lleva a una pregunta maravillosa que leí en el libro El Camino del Artista de Julia Cameron:
¿Sabes cuántos años tendré cuando aprenda a tocar el piano? La respuesta es brutal en su simplicidad: los mismos que tendré si no lo aprendo.
¿Cuántas veces nos hemos dicho «soy demasiado viejo para eso» solo para evitar enfrentarnos al reto de ser principiantes otra vez?
¡Qué crueles somos con nosotros mismos!
Cuando me lancé al mundo del coaching, me encontraba rodeado de personas más jóvenes, llenas de energía y creatividad. ¿Y sabes qué descubrí? Que mi experiencia, mi recorrido profesional y la sabiduría que había acumulado me daban una ventaja que jamás hubiera imaginado.
La mentira de «soy demasiado mayor»
Esa excusa de que somos «demasiado viejos» es una de las grandes mentiras que nos contamos para no arriesgarnos.
Creemos que es tarde para empezar, que ya no tenemos la energía, las ganas, o que la sociedad espera que ya lo tengamos todo claro a cierta edad. ¡Mentira!
Nunca es tarde para empezar, y te lo digo yo, que encontré mi verdadera pasión pasados los 45.
¿Te cuento algo curioso?
Algunos de mis mejores clientes han logrado grandes transformaciones ya entrados en años. Me recuerdan a John Mahoney, el actor que no empezó su carrera hasta los 40 años y terminó trabajando con los mejores directores del mundo. ¿Y Raymond Chandler? Publicó su primera novela a los 40 también.
La edad no es más que un número cuando se trata de seguir nuestros sueños.
¿Qué pasaría si te dieras el permiso de intentarlo?
Muchas veces, nos decimos: «lo haré cuando me retire» o «quizás el año que viene».
Esa táctica es otra manera de engañarnos. Retrasamos nuestros sueños para no enfrentarnos al miedo de fracasar. Pero, en el fondo, el miedo más grande no es fallar, es quedarnos quietos y no haberlo intentado. No se trata de la edad, se trata de dar ese primer paso, por pequeño que sea.
Te doy un ejemplo personal.
Cuando decidí cambiar de carrera, me enfrenté a todo tipo de dudas: ¿Qué pensará la gente? ¿Seré lo suficientemente bueno? ¿Cómo voy a empezar desde cero ahora que con 46 años?
Pero un día me di cuenta de algo: el miedo no desaparece, solo se supera haciendo cosas. Así que comencé por lo más sencillo: hice un curso, me formé, y poco a poco, sin darme cuenta, el miedo fue quedándose atrás.
El valor de empezar de nuevo
Uno de los grandes problemas de nuestra sociedad es que glorifica el producto terminado, el éxito final, y minimiza el proceso.
Todos queremos llegar a la meta, pero nadie habla de lo importante que es disfrutar del camino.
Me di cuenta de que la verdadera satisfacción no está en ser un Coach de éxito (sí, estaría genial), sino en convertirme en uno del que me sienta orgulloso.
La verdadera satisfacción se encuentra en el proceso de aprendizaje constante, en las conversaciones con mis clientes, en los pequeños pasos que me han llevado a estar donde estoy hoy.
Si solo nos enfocamos en el resultado, nos olvidamos de disfrutar el viaje.
Nos paralizamos ante la idea de cuánto tiempo nos llevará dominar una nueva habilidad o alcanzar un objetivo determinado. Pero si te paras a pensar, cada día que avanzas hacia tu objetivo es un día más de crecimiento y satisfacción personal.
Es muy fácil pensar que un año o varios años es demasiado tiempo. ¡Es una trampa del ego!
En realidad, lo que importa es el progreso, el movimiento constante.
El placer no está en haber llegado, sino en estar haciéndolo, en estar en el camino.
Un año pasa de todas maneras, así que más vale que estés haciendo lo que realmente te apasiona.
La creatividad y la edad no tienen nada que ver
Cuando nos involucramos en algo creativo (para mí, el coaching lo es), perdemos la noción de la edad.
¿Alguna vez te has sentido como un niño cuando haces algo que realmente te gusta? A mí me pasa todo el tiempo. Y es que la creatividad no tiene edad. Está ahí, esperando a que nos demos permiso para explorar, para ser principiantes de nuevo.
Ese «primer paso» siempre es aterrador, lo sé bien, pero es el único que realmente cuenta.
Cuando comencé a hacer coaching, me sentí como un principiante total. Después de años de trabajar como arquitecto, había muchas cosas que no sabía. Pero, con cada nuevo aprendizaje, mi confianza creció.
Y lo más importante, descubrí que nunca es tarde para empezar de nuevo, que cada día es una nueva oportunidad para reinventarse.
Rompiendo creencias limitantes
No hace falta decirlo, pero lo voy a dejar claro: las barreras que ponemos frente a nosotros son imaginarias.
Decimos que no podemos, que no es el momento, que es «demasiado tarde», pero la realidad es que el único obstáculo real es nuestra propia mente.
Mira, podrías seguir leyendo libros, viendo vídeos o asistiendo a conferencias sobre cómo cambiar tu vida. Pero al final del día, el cambio solo sucede cuando decides hacer algo.
No importa lo pequeño que sea el primer paso, lo importante es moverse, romper la inercia, salir de la comodidad. Porque una vez que empiezas, todo cambia.
Te dejo esta reflexión:
¿Qué pasaría si hoy decides dar ese primer paso hacia algo que siempre has querido hacer?
No te pido que hagas grandes cambios. Solo un paso pequeño, algo que te acerque a tu sueño. Tal vez sea apuntarte a un curso, empezar un proyecto, o simplemente planear cómo vas a hacerlo. Lo importante es comenzar.
Cada pequeño paso cuenta
Al final, lo que marca la diferencia son los pequeños pasos que damos cada día.
Cuando pienso en mis inicios como Coach, no veo un gran salto. Veo muchos pasos pequeños: estudiar, practicar, aprender de los errores. Y esa es la clave de todo.
Cada pequeño paso te acerca a tu meta. No necesitas tener todo resuelto de inmediato, solo necesitas empezar.
Así que, si alguna vez te has preguntado si ya es tarde para comenzar algo, la respuesta es un rotundo no: nunca es demasiado tarde.
La edad, al final, es solo una excusa más para no hacer lo que realmente queremos. Y te lo digo yo, que cambié completamente mi vida después de los 45.
Recuerda…el tiempo pasará de todos modos, así que más vale que hagas algo con él.