Tardé varias semanas en definir la estructura de PLANO, el Programa de Lanzamiento y Acompañamiento de Negocios Online que he creado para SinOficina.
¿El mayor obstáculo? No conseguía dar con el orden correcto de las etapas. ¿Creo el producto primero y después busco crecimiento? ¿O primero construyo una audiencia y después creo algo específico para ellos?
Los gurús del emprendimiento se contradecían unos a otros con fórmulas distintas. Y el proceso que me había funcionado a mí con un proyecto no lo hacía con el siguiente.
Llegué a la conclusión de que el programa no debía de seguir un orden estricto, sino entender las etapas como piezas de un puzzle. Un puzzle que cada emprendedor/a montará a su manera en base a sus ideas, sus recursos y su contexto.
En el programa aparecen las etapas intermedias «ordenadas» (porque siempre tiene que haber unas antes que otras) de esta manera:
Idea → Crea → Lanza → Monetiza → Crece
Pero este orden no siempre tiene sentido seguirlo a rajatabla. Veamos otras fórmulas que también funcionan variando el orden:
Crece → Idea
Hay dos aproximaciones a los negocios online: foco en el producto o foco en la audiencia. Foco en el producto/servicio es el que parece tener sentido en el camino del freelance y en el camino del maker digital, y es el que encaja con el «orden oficial» del programa: primero tienes la idea del producto/servicio y luego la construyes y vendes.
Pero hay veces que no tienes la idea definida. Así que empiezas compartiendo tu conocimiento, experimentos o reflexiones con una audiencia a quien le pueda interesar.
Empiezas a escribir en un blog, a publicar vídeos en YouTube, a enviar una newsletter… con el objetivo doble de 1) crecer en audiencia y 2) conocer a tu audiencia para entender sus necesidades y averiguar qué producto o servicio podrías ofrecerles para monetizar tu trabajo. Este es uno de los caminos del content creator.
Lanza → Monetiza → Crea
Esta fórmula te parecerá contraintuitiva, pero a medida que adquieras experiencia se convertirá en tu fórmula habitual de lanzamiento de nuevos productos, por el tiempo que te ahorra y la manera en que minimiza el riesgo.
Pongamos, por ejemplo, que tu idea es crear un curso de catador de pizzas para tu audiencia de pizza lovers. Muchos de ellos te han dicho que es una gran idea. Pasas varias semanas creando el curso completo y entonces, una vez lanzas, no tienes prácticamente ventas.
Has perdido muchísimo tiempo y es un palo anímico enorme.
¿Y si probamos a invertir el orden? Creas un primer módulo/lección de prueba y lanzas en preventa a un precio más reducido. Así, si no tiene el éxito que esperabas puedes devolver el dinero de las ventas y probar otra cosa, habiéndote ahorrado la creación de todo el curso.
Evidentemente esto solo se puede hacer cuando tienes una audiencia que ya confía en ti. Sea porque has lanzado otros productos anteriormente o porque has estado compartiendo contenido gratuito durante mucho tiempo. Si no puedes confundir la falta de interés en tu producto con la falta de confianza.
Como ves, no existe una sola fórmula del emprendimiento. Yo no la tengo. Tú no la tienes. Él/ella no la tiene.
Por eso es tan importante la experimentación. Observar qué hacen otros en diferentes mercados o áreas, coger ideas y probar, probar, probar.
Y cambiar las fórmulas del éxito por piezas de puzzle.
Feliz comienzo de semana,