“Quien no ama su trabajo, aunque lo haga todo el día es un desocupado”. Esta es una de las tantas reflexiones magistrales del gran Facundo Cabral, el cantautor argentino fallecido hace unos años en Guatemala. Una reflexión que hoy quiero compartir contigo porque estoy seguro de que será útil bien sea que estés en proceso de comenzar tu negocio, bien sea que tengas uno establecido.
En los últimos años, internet se convirtió en la tabla de salvación de muchos que, cansados del ámbito laboral convencional, querían hacer algo distinto con su vida. Pero, no solo ellos: también, muchos jóvenes que entienden que ese camino que recorrieron las generaciones anteriores no es lo que ellos desean para su vida y ven en el ecosistema digital una oportunidad para algo distinto.
Cualquiera que sea el caso, me parece una opción válida. Todos, absolutamente todos, tenemos el derecho de buscar lo mejor, lo que nos permita ser felices y brindarles a los nuestros el bienestar que se merecen. Más en estos tiempos modernos en los que está claro que ese viejo libreto de “estudia y gradúate; consigue un buen trabajo y haz una carrera de la que te enorgullezcas” está caduco.
Es, entonces, cuando se me viene a la mente otra genial frase de Facundo: “Haz solo lo que amas y serás feliz, y el que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser será, y llegará naturalmente. No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor”. Por favor, vuélvela a leer en silencio, con la mano en el corazón.
¿Por qué te pido esto? Porque quiero que reflexiones acerca de tu vida, de lo que haces. ¿Es lo que amas en verdad? ¿Eres feliz? O, más bien, ¿lo haces solo por compromiso, por obligación, por necesidad? No voy a juzgarte, porque no tengo la autoridad para hacerlo; solo te invito a que pienses un momento en tu situación, porque quizás eres uno de tantos que cayeron en la trampa.
¿En cuál trampa? En la de creer que te convertirás en multimillonario a corto plazo con un negocio en internet. Que quede claro que no niego esa posibilidad, que existe, pero a ella se llega por un camino distinto. Y, sobre todo, a largo plazo. Y, créeme, como emprendedor y mentor de muchos casos de éxito, me duele cuando una persona, cualquier persona, tropieza con esta piedra.
Si le preguntas a Mr. Google, a que casi todo lo sabes, acerca de “negocios para ganar dinero en internet”, ¿sabes cuántos resultados te ofrece? ¡Casi 14 millones! Entonces, me surge una inquietud: si hay tantas opciones, si esas opciones son la solución, ¿por qué no funcionan? ¿Por qué son tantos los emprendimientos digitales que ni siquiera alcanzan a cumplir el primer año?
Ahora, veamos algunas de esas opciones infalibles para ganar dinero en internet:
– Escribir un blog
– Crear un curso digital
– Hacer email marketing
– Comprar y vender nombres de dominio
– Vender fotos y videos de stock
– Haz encuestas en línea
– Forma parte de un programa de afiliados
– Conviértete en copywriter
– Crea una tienda el línea
– Sé un influencer
Tomé diez ejemplos, de los que más veces aparecen en esos artículos que pululan en internet y que, honestamente, no son más que anzuelos para atrapar incautos y estafarlos. Eso no quiere decir que esas opciones de negocio no sean rentables, sino que no son para cualquiera, quizás no son para ti. Y, lo más importante, ninguna funciona de un día para otro, de la noche a la mañana.
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¿Cuál es el problema de fondo? Que hacer negocios por internet no es tan fácil como decir “Mañana comienzo a vender bienes raíces o abro una tienda de flores” y luego te sientas a esperar que lluevan los clientes y te dejen su dinero. Eso, amigo mío, no sucede ni siquiera en las películas. Es una terrible mentira, una trampa, es solo el libreto de los vendehúmo y de los estafadores.
Necesitas aprender, capacitarte, probar y montar la estructura que te permita aspirar al éxito. Y quizás no tengas suerte en el primer intento, ni en el segundo… quizás pierdes todo tu dinero y desperdicias lo más valioso que tienes, que es tu tiempo. Y no porque no sea posible (que sí lo es), sino porque estás comenzando por el final, por el resultado, y se te olvida lo más importante.
¿Qué es lo más importante? Ya lo dijo Facundo Cabral: “Quien no ama su trabajo, aunque lo haga todo el día es un desocupado”. Entonces, vuelvo a formularte aquellas incómodas preguntas: ¿Es lo que amas en verdad? ¿Eres feliz? O, más bien, ¿lo haces solo por compromiso, por obligación, por necesidad? El principio, el primer paso indispensable, es saber qué amas hacer.
Eso que amas hacer está estrechamente ligado con tus dones y talentos, que son aquellas cosas que se te dan fácilmente, de manera natural, con un mínimo esfuerzo. Y las disfrutas, y obtienes buenos resultados, y te sientes feliz haciendo eso, y además puedes ayudar a otros. ¿Entiendes? No se trata de dinero, sino de un propósito de vida, de hacer algo que deje una huella.
Por supuesto, esos dones y esos talentos requieren ser desarrollados, activados, fortalecidos. ¿Cómo? A través del conocimiento, del aprendizaje continuo, pero también de la práctica, de la constancia. El problema es que muchas personas asumen que, como se les da fácil y lo disfrutan, ya es suficiente. Y, no, amigo mío: no es suficiente. Tendrás que capacitarte y actualizarte.
Esto se aplica a cualquier área del conocimiento, a cualquier aptitud que poseas. Si un día aprendes a montar en bicicleta, nunca se te olvidará. Sin embargo, si dejas de practicar te costará dar esos largos paseos de antaño, tu cuerpo se resentirá y quizás ya no tengas la misma habilidad. El día que dejas de aprender sobre algo, cualquier tema, estableces un techo y comienza el declive.
Ten en cuenta, así mismo, que posees varios talentos. Algunos se te dan más fácil que otros, pero solo es cuestión de desarrollar la habilidad. No los descartes, entonces, porque quizás esa es la respuesta a la premisa de Facundo Cabral. ¿Cómo descubrirlos? A través del autoconocimiento, de saber cuáles son tus fortalezas y debilidades, cuál es tu sueño, qué te apasiona, qué amas.
Cuando alguien me pregunta cómo descubrí mi talento suelo responder con esta frase: “Es aquello que haría todos y cada uno de los días del resto de mi vida, aun si no me pagaran por ello”. Sí, ya sé que nadie trabaja gratis y estoy de acuerdo, porque todos necesitamos el dinero. La diferencia radica en que me dedico a algo que me compensa de mil formas maravillosas más allá del dinero.
Y ese, créeme, es el mejor trabajo del mundo. Uno en el que no te aburres, en el que no te interesa si es lunes o fin de semana, en el que no tienes que sacrificar tu vida personal y familiar. Además, uno en el que obtienes beneficios intangibles que valen como tesoros: la felicidad de ayudar a otros, la gratitud de tus clientes o de tus discípulos, la alegría de saber que eres una persona útil.
“Quien no ama su trabajo, aunque lo haga todo el día es un desocupado. Haz solo lo que amas y serás feliz, y el que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser será, y llegará naturalmente. No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor”. Facundo Cabral nunca tuvo dinero, pero fue inmensamente feliz.
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