Hay un asunto que me ronda por la cabeza desde que puse en marcha mi primera página web y que se ha complicado con las Redes Sociales y me hace preguntarme, una vez más, si socializar es de perdedores.
No es un tema que genere demasiadas simpatías, pero que creo que es importante tomar una decisión si queremos hacer un uso profesional (lo personal es otra cosa) de lo dospuntocero. Me refiero a la necesidad, incluso la esclavitud de lo “social” en todo este ecosistema virtual, si queremos progresar profesionalmente.
La cuestión es ¿hasta que punto hay que dedicarse al “mamoneo social” si tienes una buena idea o producto? Esto no lo digo yo (aunque lo pienso) sino que lo expresa fenomenalmente Sofía Rincón en este hilo de tuits en el que empieza diciendo lo siguiente:
Qué gustazo da ganar tu propia pasta por tu trabajo, porque a la gente le gusta tu idea y contribuyen a ella, ya sea desde una empresa que colabora contigo o particulares que compran tu producto.
Tiene que ser j*didamente frustrante vivir del mamoneo y los circuitos de contactos
¿Ser “social” trata de esconder una mala oferta o producto?
Hace unos días vi el documental Kubrick by Kubrick sobre la vida y obra de Stanley Kubrick. En él hablaban de esa idea extendida de que Kubrick era un misántropo o un huraño. Lo cierto es que el director era una persona centrada casi obsesivamente en su trabajo y no tenía tiempo ni ganas para “tontás”. Sin embargo, en su vida personal era alguien perfectamente sociable, incluso entrañable con los suyos.
La cuestión es, ¿habría tenido que pagar Kubrick hoy el impuesto de los Medios Sociales o su trabajo habría sido suficiente? ¿Tendría que haberse creado una cuenta en Twitter o, algo peor, en ClubHouse (Bluffhouse lo empiezan a llamar algunos) para que le hiciesen casito?
Lo que hace plantearse si la calidad de tu oferta o producto es inversamente proporcional a la necesidad de estar dando la vara en todas y cada una de las Redes Sociales que surjan.
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No confundas la socialización dospuntocero con las relaciones comerciales
No me entiendas mal, soy un gran defensor de la práctica del “Networking” porque, para una persona introvertida como yo, es muy útil descubrir formas de conectar con otras personas si no tienes muy desarrollada esa habilidad social. Por otra parte, creo que es muy difícil vender lo que haces si no tienes mentalidad comercial y capacidad de relación real con otras personas. Por eso es necesario socializar. Otra cosa es lo que nos venden como “social” en dospuntocerolandia.
Dar “likes”, RTs o comentar “totalmente de acuerdo con lo que dices” no es ser social, es más parecido a la búsqueda de aprobación, a la necesidad de decir “oye, acuérdate de mi, que sigo por aquí”, al mamoneo frustrante que comenta Sofía Rincón.
¿Hay que dar visibilidad a tu oferta profesional? Por supuesto, por todos los canales posibles como comentaba en mi post anterior. ¿Debes compartir lo que eres capaz de aportar para que otros se beneficien de ello? Faltaría más, pero no por generosidad, sino por interés personal. Si no aportas, no importas como dice mi amigo Guillem Recolons.
El problema viene cuando se pretende sustituir la oferta por una especie de caridad social en la que esperas (equivocadamente) que un corazoncito en Instagram se traduzca en una venta, en un contrato o en una entrevista de trabajo.
Si quieres que te escuchen, hazlo desde tu casa
La última invención “social” de la que te hablaba antes y que va a arrasar (y van…) es esa especie de Grupo de LinkedIn mezclado con mensaje de audio de WhatsApp que llaman ClubHouse. Nace con todas las chorradas de este tipo de inventos. La necesidad de invitación, aplicación sólo para iPhone (de momento), ese toque elitista,…
Lo cierto es que, posiblemente me equivoque y quizás, sólo quizás, resista unos meses. Pero en el fondo está haciendo realidad eso que decían de que el mundo virtual no es más que un reflejo del mundo real. CalvoconBarba lo explica fenomenalmente en este hilo.
ClubHouse es un Speakers’ Corner cutre. Es la forma de llevar a La Red eso tan denostado como los comités y reuniones pensadas para satisfacer el ego de los creadores y de los participantes, quizás ahí esta la novedad. Es la versión móvil de la típica conferencia o presentación del libro en la que siempre hay un personaje que empieza diciendo, “yo no voy a hacer una pregunta, sólo voy a hacer una aportación, bla, bla, bla,…” y así durante diez minutos.
¿De verdad necesitas otra plataforma “social”? ¿No te basta con decir las cosas desde tu “casa”/blog/web? ¿Va a ser mejor tu oferta por hacerlo en una Red Social de contenidos volátiles en la que la aprobación consista en mover el pulgar para dar a un corazoncito o similar?
Cada día tengo más claro que el tiempo perdido en lo “social”, es mucho más útil si se invierte en crear, desarrollar, mejorar y divulgar tu oferta profesional. ¿Hay que socializar? Si, por supuesto, pero creo que como tantas otras palabras, el término social se ha prostituido y se ha convertido en sinónimo de mamoneo.
Por cierto, ya debatía sobre este tema en uno de los primeros vídeos de StreetPersonalBranding con Claudio.